Monday, May 29, 2006

Sobre el porvenir de nuestras escuelas.

Como es posible que nunca tenga la posibilidad de que la carta que yo mande a cualquier medio de comunicación escrito salga publicada en él, me tomaré la libertad de publicarla en mi lugar para que todo el que desee leerla la lea. A continuación presento la publicación de una columna de opinión del diario el mercurio, donde habla sobre el problema actual por el que atraviesa la educación en nuestro país. Y mas abajo hago mención a mi opinión respecto de lo que él escribió.

Carlos Peña. Vicerrector de la Universidad Diego Portales
Domingo 28 de mayo de 2006.
Diario El Mercurio.

La protesta de esos miles de jóvenes vestidos de azul- que ocupan hoy los mismos sitios donde ayer tomaban apuntes- no debiera sorprender a nadie.
Mientras transpiraban por ceñirse la banda presidencial, Lavín, Piñera y Bachelet dijeron una y mil veces que la educación en Chile no daba para más, que ella era la fuente de la desigualdad y que mientras no la corrigiéramos hablar de crecimiento se parecía a un engaño.

Con mayor o menor elocuencia lo dijeron todos. Es difícil establecer quién lo decía con mayor énfasis. Quién usaba las imágenes más llamativas. Pero todos parecían empeñados en que no se nos olvidara.

Por fin iniciaríamos la mejora de la educación en Chile.

¿Cómo no pensarlo si todos quienes aspiraron al poder estaban de acuerdo? ¿Cómo no creerlo si quien logró la presidencia era una mujer socialista, sensible a la desigualdad, alguien a quien debía repugnarle que los recursos y las oportunidades se distribuyeran en base a la herencia?

Pero no fue así. El entusiasmo por la mejora educacional de que se hizo gala a la hora de seducir la voluntad del electorado se apagó luego casi por encanto.

Y en el discurso del 21 de mayo todo el problema educacional se redujo a la experiencia temprana de los futuros estudiantes (como si los expertos educacionales sólo leyeran Science y Journals de neurociencia); a los estudios de tercer ciclo (como si el principal problema de la educación fuera alcanzar capacidad tecnológica), y a los liceos de excelencia (olvidando que la selectividad en la escuela es apenas una apariencia de meritocracia).

De la experiencia escolar, de la desigualdad de recursos, de la reproducción del habitus familiar, de las consecuencias de la segregación, de la formación de profesores, de la relación entre la escuela y la comunidad política, de los defectos de las subvenciones, de esos doce años de experiencia humana que van desde el jardín al pregrado, de educación escolar en suma, nada.

Todo el problema educacional reducido a las novedades de la neurociencia (que no son en ninguna novedad tampoco) y al management (que no es novedad, sino lugar común).

Tuvieron que venir esos miles de jóvenes que gritan y embadurnan las paredes con faltas deliberadas de ortografía, para recordarnos lo obvio: que es necesario revisar el sistema escolar. Y tiene toda la razón.

Instalado en la dictadura, en él se entremezcla una concepción eugenésica de la educación con el sistema de vouchers ideado por Friedman.

Sólo que aquí el subsidio no se entrega a las familias (como pretendía Friedman sino que a los sostenedores de los colegios quienes así tiene incentivos para atraer estudiantes. Y el Curriculum es más bien flexible. Se creyó entonces que familias informadas escogerían escuelas exitosas y que las de mal desempeño serían desplazadas. La competencia proveería una mejor educación.

Las viejas escuelas públicas- inspiradas en la expansión racionalizadota del Estado Nacional- fueron sustituidas por escuelas subvencionadas con nombres de fantasía o por escuelas municipalizadas no internalizaron los costos de su mal rendimiento (sus déficit siguieron siendo financiados por la administración central); la segregación social que agrupa a pobres con pobres y ricos con ricos, se incrementó, dañando los resultados (la literatura enseña que la segmentación de las escuelas por nivel socioeconómico o por capacidades perjudica los logros del aprendizaje); el financiamiento compartido acentuó el peso de las familias (cuando la escuela tenia por objeto disminuirlo); la comunidad abdicó toda autoridad en la escuela (y en cambio la entregó a los sostenedores); la educación principió a ser concebida bajo el modelo de capital humano (y las funciones éticas e integradoras del aprendizaje); el financiamiento compartido acentuó el peso de las familias (cuando la escuela tenía por objeto disminuirlo); la comunidad abdicó toda la autoridad en la escuela y en el modelo de capital humano ( y las funciones éticas e integradoras del aprendizaje escolar se olvidaron); la formación para apropiarse el Curriculum es baja), y así, sin darnos cuenta, y dando palos de ciego, configuramos una educación similar a la promovida en la sociedad inglesa del diecinueve (una “para las manos” en las escuelas municipalizadas y otra “para la cabeza” en los colegios privados).

La consecuencia es lo que alguna vez temió Dewey: la escuela es hoy día el lugar donde se consuma la predestinación social de los niños y los jóvenes.

Que durante dieciséis años el progresismo haya comulgado con semejante rueda de carreta- sin siquiera discutir el diseño en lo más mínimo. Es sorprendente. Y que no haya advertido las consecuencias sociales del fenómeno- el déficit de integración y el maltrato a la igualdad que implica- es increíble. Y que ahora los escolares deban patalear para hacerlos conscientes del problema es simplemente vergonzoso.



Carta al Director.

¿Quiénes son los reales culpables del problema?


Inevitablemente en algún momento nos tendríamos que enfrentar a este problema. La educación, sabido es por todos los chilenos, necesita una reforma urgente. Y es que seguramente el que los jóvenes hoy protesten en las calles es sólo una manifestación más, que demuestra el malestar de la gran mayoría de los ciudadanos de nuestro país. Debo hacer mención a que el problema no nace en absoluto, y usted además lo reconoce, en los Gobiernos de la Concertación, ni mucho menos del Gobierno de Allende, sino, de una dictadura o pronunciamiento militar, como lo quiera llamar usted. Es extraño, que en estos momentos, la derecha se vea con la autoridad de criticar el gobierno actual, sin siquiera mirar hacia atrás y criticar lo que tanto les acomodó cambiar en aquellos años... y es que no es culpa de los que se encuentran hoy en el lugar de Pinochet, que ellos, (los de la derecha), no hayan sabido realizar una verdadera reforma educacional que beneficiara a todos los ciudadanos, y aún peor, que no la hayan querido efectuar por que no les beneficiaba a ellos... es mejor tener gente tonta... que no se educa... que no tiene oportunidades... ¿o no?... Sin embargo, es importante hacer referencia a que se tiene, en el menor plazo posible, que hacer una reforma educacional que beneficie a todos por igual; y por supuesto ante eso, el gobierno tiene la labor de darse cuenta que las pataletas de los jóvenes no son un problema grave, el problema grave radica en que nadie se está educando como debe, sólo como puede... creo que los Gobiernos de la Concertación harto han tenido que hacer para solucionar los “problemitas” que dejaron Pinochet y sus seguidores… si ellos destruyeron el país en 17 años ¿cómo espera (o esperan) que esto se solucione en 16?

Andrea León
Estudiante de Periodismo

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